
Un poco de contexto
Lo primero que hay que tener claro es que dejar los ahorros en el banco a merced de la inflación no es una buena opción. La inflación se va comiendo nuestros ahorros pasados, presentes y futuros sigilosamente.
Según los datos del INE, el crecimiento del Índice de Precios al consumo en los últimos 20 años ha sido del 44,6%. Es decir, para tener 1.000 euros hoy, tendrías que haber ahorrado el equivalente a 1.446 euros en el año 2002. Los 446 que te faltan se los ha comido la inflación.
Teniendo esto en cuenta, nuestro objetivo como ahorradores debería ser proteger de la inflación los ahorros que no vayamos a necesitar en los próximos dos años.
Hace unos años bastaba con ponerlos en un depósito o en una cuenta de ahorro y, para horizontes temporales algo más largos, había productos de ahorro de rentabilidad garantizada que nos podían solucionar el problema perfectamente.
La cuestión es que todos estos productos están ligados al tipo de interés, que lleva bajo mínimos bastante tiempo. Y mientras esto siga así, estos productos de ahorro no nos ayudarán a proteger nuestros ahorros de la inflación. Afortunadamente todo tiene una solución y, si sigues leyendo, te vamos a contar cómo puedes conseguirlo.
¿Por donde empezamos?
Una buena forma de proteger nuestros ahorros de la inflación es invertirlos, asumiendo un poco de riesgo. Un excelente producto financiero para invertir a largo plazo son los fondos de inversión. Al contrario que otro tipo de inversiones, por ejemplo inmuebles, podemos iniciar el proceso de inversión con una pequeña cantidad de dinero. Además, los fondos son mucho más eficientes fiscalmente que los inmuebles y el riesgo es menor porque se invierte en todo tipo de activos y mercados. Otra ventaja de los fondos es que tenemos liquidez diaria, por lo que podemos recuperar nuestro dinero en cualquier momento. Nuestra inversión está controlada por expertos en mercadosque cada día vigilan la evolución de las inversiones, en función de los acontecimientos macroeconómicos y las noticias empresariales, y las ajustan al riesgo para maximizar la rentabilidad.
¿Cuál es nuestro perfil inversor?
Una persona a punto de jubilarse tendrá un perfil inversor muy diferente a otra que acaba de empezar a trabajar y tiene toda la vida laboral por delante antes de la jubilación. La persona más mayor invertirá en activos de menor riesgo, ergo su cartera tendrá una mayor proporción en renta fija, que la joven porque tiene menos tiempo para recuperarse de posibles fluctuaciones del mercado.
Si empezamos a invertir con veinticinco años y un horizonte temporal de cuarenta años hasta la jubilación, iremos reduciendo nuestro nivel de riesgo a medida que va pasando el tiempo. Empezaremos más expuestos a renta variable e iremos reduciendo esta exposición a lo largo del tiempo.
¿Y ahora qué?
La clave está en invertir una cantidad de dinero de forma periódica. Sabiendo que cada mes vamos a aportar capital a nuestra cuenta de inversión, vamos a conseguir promediar los costes de entrada en el mercado. Un día compramos más caro, otros días habremos comprado más barato, pero nuestro precio medio de entrada quedará compensado.
Automatizar el proceso y mirar el largo plazo es la mejor solución y la forma más rentable de hacer crecer nuestro patrimonio.